"Hemos olvidado que nuestra meta es vivir y que vivir lo hacemos cada día y que en todas las horas de la jornada alcanzamos nuestras verdaderas metas si vivimos....Los días son frutos y nuestro papel es comerlos. Jean Giono



La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes. John Lenon





Datos personales

20/12/09

PROGRESEMOS....!!!!

Pincho y algunas de sus gallinas...felices, bien alimentados en el huerto...!!!!


Una granja de pollos, por ejemplo, ayuda a reducir la incertidumbre humana. Para los mismos pollos la incertidumbre es prácticamente nula. Y sin embargo una granja de pollos es -suele ser- un monumento al martirio animal. Su sufrimiento ya no les sirve frente a su inexistente incertidumbre. Sólo sufren. Sufren horripilantemente durante toda su existencia. La selección natural no ha tenido tiempo para inventar pollos de granja gordos, sabrosos, baratos y que, además, resulta que no sufren. Tenemos un problema.
Nadie discute el derecho a comer pollo, pero no está claro que, dentro de ese derecho, se pueda exigir el concepto del mínimo sufrimiento. ¿Por qué habría de ser así? Se pueden encontrar muchos argumentos de todo tipo, morales, estéticos, racionales... Sin embargo, en una sociedad democrática debería bastar con uno. En un Estado de derecho preocupa el sufrimiento humano. Eso sí está claro. Y en cualquier colectivo humano existen personas que sufren con el sufrimiento animal. Pues ya está. Se trata sólo de un cambio de mentalidad para tener a esas personas en cuenta. Supongamos por un instante que hay que matar focas porque su piel es insustituible (¿?). La idea sería entonces cambiar el concepto estético de la piel de foca. Sobre gustos hay mucho escrito y se puede escribir mucho más aún. A las focas se las mata a palos por un motivo estético (¡!) porque ¿cómo vender un abrigo con un orificio de bala?
¡Convenciéndose de la belleza intrínseca del agujero! Sería algo así como la condecoración que ilustra la muerte digna (¡?) de un conmovedor bebé de foca, de plumoso pelaje blanco. Los agujeros en la piel serían también una marca de autenticidad, como los perdigones en la perdiz con coles. Cambiar de costumbres no cuesta tanto. Hace mucho que ya no enfrentamos a gladiadores y fieras para el deleite público y hace mucho menos que no dejamos caer el envoltorio de un helado en el punto exacto en el que acabamos de engullirlo. La idea del mínimo sufrimiento es sencilla. En algún caso, la aplicación de esta idea podría incluso encarecer algún producto. Pero hablemos. Podemos hablar.

No hay comentarios: